Arroyo Florido es una comunidad indígena del municipio de Coatzintla, Veracruz, ubicada al norte de la entidad. En sus orígenes se integró con migrantes de estados como Hidalgo y Puebla, quienes trajeron consigo su lengua materna, el otomí. Al paso de los años este idioma está a punto de desaparecer, aunque existe una escuela bilingüe, a los alumnos se les enseña el totonaco, mientras que a los abuelos les ha sido difícil transmitirla a las nuevas generaciones.
Es la única comunidad otomí en esta región predominantemente totonaca, los hablantes más cercanos se ubican en la zona de Texcatepec y Tlachichilco, en los límites con Hidalgo. Ni el INEGI ni la Academia Veracruzana de Lenguas Indígenas la tienen detectada, de ahí que pase desapercibida ante las políticas públicas.

Cuenta con al menos 300 habitantes. A los más pequeños se les enseña el idioma totonaco desde el jardín de niños en la única escuela bilingüe de la localidad. Los abuelos han intentado transmitirla a las nuevas generaciones, pero los jóvenes lo han rechazado por miedo a la discriminación .
“La mera verdad pues ya se está perdiendo, o ya se perdió”, comenta Guillermo Hernández Negrete, uno de los pocos hablantes del otomí. Las nuevas generaciones simplemente ya no lo hablan, solo voltean a ver a los viejos, se burlan, no les interesa rescatarla. “Yo les hablaba a mis hijos, pero me decían tú estás loco papá, no sé que dices”.
En esta comunidad se lleva a cabo un carnaval en la víspera de la conmemoración de la Semana Santa, en el que un grupo de hombres se disfrazan y portan máscaras, danzan y colocan ofrendas para pedir por mejores cosechas y evitar que les suceda alguna desgracia. Las plegarias se exclaman en otomí.
Actualmente cerca del 10 por ciento de la población mantiene viva su lengua materna. La alcaldesa Patricia Cruz Matheis comenta el interés por preservar esta lengua, por lo que buscará las vías para lograr que se enseñe a los niños en las escuelas.

El otomí es la séptima lengua indígena con mayor número de hablantes en México, solo después del náhuatl, el maya yucateco, el zapoteco, el mixteco, el tzotzil y el tzeltal.
Proyectos de desarrollo de las culturas indígenas, como Cumbre Tajín, podrían servir para rescatar esta lengua en esta comunidad que ha quedado aislada del resto de los casi 100 mil hablantes que detectó el INEGI en el censo del 2010.